a casi todos los adultos) de este modo la energía Reiki fluye hacia ellos sin impedimentos, con naturalidad, con la misma pureza que ellos tienen, sin los bloqueos causados por temores o convicciones, principios o enseñanzas que los adultos hemos ido arrastrando.
Comienza ya en el vientre materno. Reiki favorece su energía, los nutre, los protege y sobre todo, les permite una comunicación fluida y continuada con su madre.
Muchos padres recurren a un tratamiento de Reiki para sus hijos cuando tienen problemas de hiperactividad, timidez, pesadillas, insomnio, depresión ó porque han atravesado por situaciones familiares que les producen angustia, como la separación de sus padres, broncas en casa, cambios de domicilio, la guardería y el colegio, otro hermanito en casa, los amigos, cualquier cosa que afecte al devenir normal de la vida de un niño etc..
Una terapia bien planificada también ayuda a los niños que son muy tranquilos a ser más receptivos, puesto que esta energía potencia los sentidos y consigue que la persona tenga una percepción y una forma de enfrentarse distinta a la vida. Tremendamente útil para los niños que tienen dificultades para concentrarse.
Cuando se trata de bebés o de niños de corta edad es más complicado el dar tratamiento para ello es necesario adaptar las sesiones según su capacidad para quedarse quietos. Es recomendable que estén dormidos para facilitar el tratamiento.
En bebés se nota mucha mejoría los cólicos del lactante, inicio de dentición, otitis, trastornos de sueño, etc.
Muchas de las veces por no decir casi todas hay que tratar a los padres, teniendo en cuenta que a la madre en especial a la vez que al niño, dado que siguen teniendo un vínculo muy especial que se prorroga en el tiempo hasta que estos tienen unos siete años. Hasta ese tiempo comparten muchas cosas a nivel energético y mental. Son unas esponjas en el sentido amplio de la palabra.
Nuestra sociedad actual no facilita la crianza de nuestros hijos como desearíamos, pero está en nuestra mano que ellos no tengan que absorber vuestro stress diario, nervios o los problemas del trabajo.
Al terminar el día, cuando llegamos a casa dejar todo fuera y disfrutar de cada momento con vuestros hijos y con vuestra pareja. Si estamos equilibrados, tranquilos y armonizados la vida familiar recompensará aún más.
No obstante todo esto es estrapolable a cualquier tratamiento ya sea Flores de Bach, Reflexología, etc...
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