He buscado por ahí y he encontrado esta información al respecto. Saludos.
"Este fenómeno se comenzó a investigar en la década de los 90, en las personas transplantadas, quienes comenzaron a experimentar nuevas sensaciones, gustos diferentes a los de antes, y cosas que impulsaron al mundo de la ciencia a investigar acerca de la memoria celular.
El video hace referencia a que las células tienen memoria, y que la energía del órgano cuando es transplantado se fusiona con el cuerpo y energía del nuevo receptor. Cada órgano tiene como una especie de órgano energético “etéreo“, quien contiene toda la información de lo que somos, nuestra impronta y estructura energética.
El video también plantea la disyuntiva de si la persona que ha donado un órgano podrá ascender hacia la otra dimensión o parte de su ser quedará anclada en la dimensión terrenal con el nuevo cuerpo del receptor del órgano… y este es un tema mas complejo de explicar.
Somos seres interdimensionales, esto significa que existen dimensiones de nosotros mismos que están en un espacio no-tiempo, un lugar que en forma consciente no podemos ver, tocar ni percibir. En este lugar donde no existe el tiempo habita todo nuestro ser en su integridad, y todo nuestro ser puede estar en varios lugares a la vez, ya que en ese lugar en el que esta no existe el tiempo ni el espacio.
En conclusión, la memoria celular a la cual se refiere el video, es la memoria que habita en esa parte energética.
La persona que ha recibido un transplante de órganos y siente muy marcada la información de su donante, podrá decidir que hacer con esa situación, si neutralizar la memoria celular del donante o seguir con la misma información."
Después de recibir un órgano, algunos receptores de trasplantes sufren cambios en su carácter, en sus gustos y en sus aficiones. A veces, incluso, protagonizan recuerdos que no les pertenecen, sueños con sus donantes y otras inquietantes experiencias, para las cuales se han formulado varias teorías. ¿En qué consiste este misterioso fenómeno?
Garantizar la vida de un ser humano gracias a la sustitución de uno de sus órganos dañado irreversiblemente por otro sano extraído de un individuo –muerto o vivo– representa ciertamente uno de los aspectos más fascinantes de la ciencia médica, tanto por lo que supone de hazaña terapéutica como por su significado y sus repercusiones en el conocimiento de nuestro universo biológico. Desde que el 23 de diciembre de 1954 el doctor Joseph Murray y el equipo médico del Peter Bent Brigham Hospital de Boston (EE.UU.) realizaran el primer trasplante de riñón con éxito, centenares de miles de personas se han beneficiado de esta técnica. El Registro Mundial de Trasplantes cifró en 94.500 los trasplantes de órganos sólidos efectuados en 2007 en los 98 países de todo el mundo de los que se obtienen datos. En nuestro país –líder mundial en cuanto a donaciones– el año pasado se realizaron 3.945 trasplantes. Los más comunes son los de corazón, pulmón, hígado, riñón, intestino delgado y páncreas –ciertamente, los órganos más necesarios–, aunque gracias a los enormes avances de las técnicas quirúrgicas y la introducción de nuevos fármacos para evitar el rechazo se pueden trasplantar todos los órganos del cuerpo a excepción del cerebro, dada la imposibilidad de conectarlo a la médula espinal del receptor.
¿ALGO MÁS QUE TRASPLANTES?
En los últimos años hemos asistido a trasplantes de manos, cara, lengua e incluso, en septiembre de 2005, un equipo de cirujanos chinos del Hospital General de Guangzhou, dirigidos por el doctor Hu Weilie, trasplantó con éxito el pene de un joven de 22 años, fallecido a consecuencia de un accidente de tráfico, a un hombre de 44 cuyo miembro había resultado seriamente dañado en un accidente. Aunque se han realizado innumerables trabajos sobre las complicaciones médicas y quirúrgicas de los trasplantes, los aspectos psicológicos y psiquiátricos de estos pacientes han sido menos estudiados. Uno de ellos son las curiosas sensaciones que refieren algunos receptores de trasplantes que afirman haber experimentado cambios en su personalidad, en sus gustos culinarios, musicales, aficiones y hasta en sus preferencias sexuales. Cambios que coinciden con la forma de ser y con los hobbies de los donantes. Sostienen incluso que pueden recordar detalles de las vidas de estos últimos. Parece como si junto con el órgano de otro sujeto les fueran trasplantados, de alguna forma, aspectos de la personalidad del donante relacionados con sus recuerdos. Tal vez una parte de esa abstracción que llamamos “alma”. Estas historias han sido popularizadas por libros como El código del corazón (The Heart’s Code, 1998), de Paul Pearsall, o Baile de corazones (A Change of Heart, 1997), de Claire Sylvia (MÁS ALLÁ, 226), en el que Sylvia recogía su propia experiencia tras haber sido trasplantada de corazón y pulmones en 1988. En esta última obra se basó la película El corazón de un extraño
(Heart of a Stranger, 2002). Asimismo, en 2003 Discovery Health Channel produjo el documental Transplanting Memories? (¿Trasplantando memorias?), que abordaba este tipo de experiencias.
Garantizar la vida de un ser humano gracias a la sustitución de uno de sus órganos dañado irreversiblemente por otro sano extraído de un individuo –muerto o vivo– representa ciertamente uno de los aspectos más fascinantes de la ciencia médica, tanto por lo que supone de hazaña terapéutica como por su significado y sus repercusiones en el conocimiento de nuestro universo biológico. Desde que el 23 de diciembre de 1954 el doctor Joseph Murray y el equipo médico del Peter Bent Brigham Hospital de Boston (EE.UU.) realizaran el primer trasplante de riñón con éxito, centenares de miles de personas se han beneficiado de esta técnica. El Registro Mundial de Trasplantes cifró en 94.500 los trasplantes de órganos sólidos efectuados en 2007 en los 98 países de todo el mundo de los que se obtienen datos. En nuestro país –líder mundial en cuanto a donaciones– el año pasado se realizaron 3.945 trasplantes. Los más comunes son los de corazón, pulmón, hígado, riñón, intestino delgado y páncreas –ciertamente, los órganos más necesarios–, aunque gracias a los enormes avances de las técnicas quirúrgicas y la introducción de nuevos fármacos para evitar el rechazo se pueden trasplantar todos los órganos del cuerpo a excepción del cerebro, dada la imposibilidad de conectarlo a la médula espinal del receptor.
¿ALGO MÁS QUE TRASPLANTES?
En los últimos años hemos asistido a trasplantes de manos, cara, lengua e incluso, en septiembre de 2005, un equipo de cirujanos chinos del Hospital General de Guangzhou, dirigidos por el doctor Hu Weilie, trasplantó con éxito el pene de un joven de 22 años, fallecido a consecuencia de un accidente de tráfico, a un hombre de 44 cuyo miembro había resultado seriamente dañado en un accidente. Aunque se han realizado innumerables trabajos sobre las complicaciones médicas y quirúrgicas de los trasplantes, los aspectos psicológicos y psiquiátricos de estos pacientes han sido menos estudiados. Uno de ellos son las curiosas sensaciones que refieren algunos receptores de trasplantes que afirman haber experimentado cambios en su personalidad, en sus gustos culinarios, musicales, aficiones y hasta en sus preferencias sexuales. Cambios que coinciden con la forma de ser y con los hobbies de los donantes. Sostienen incluso que pueden recordar detalles de las vidas de estos últimos. Parece como si junto con el órgano de otro sujeto les fueran trasplantados, de alguna forma, aspectos de la personalidad del donante relacionados con sus recuerdos. Tal vez una parte de esa abstracción que llamamos “alma”. Estas historias han sido popularizadas por libros como El código del corazón (The Heart’s Code, 1998), de Paul Pearsall, o Baile de corazones (A Change of Heart, 1997), de Claire Sylvia (MÁS ALLÁ, 226), en el que Sylvia recogía su propia experiencia tras haber sido trasplantada de corazón y pulmones en 1988. En esta última obra se basó la película El corazón de un extraño
(Heart of a Stranger, 2002). Asimismo, en 2003 Discovery Health Channel produjo el documental Transplanting Memories? (¿Trasplantando memorias?), que abordaba este tipo de experiencias.
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